Día Mundial de la Salud Mental


La OMS define la Salud Mental como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Parece que, para la gente de a pie, es más fácil encontrar un gamusino que conseguir de forma integral este estado si lo entendemos desde esta concepción. Desde aquí parece que podamos deducir que cualquier problema psicológico o más bien malestar que tenga una causación social, podría patologizarse. Y ese es uno de los problemas. La patologización o más bien, la sobrepsicopatologización. Si está mal o sufre, es porque está enfermo. Pero lo cierto es que, no todo sufrimiento supone un problema psicológico.


Sin embargo, también podemos ver esta definición como un amago de línea base para establecer una serie de compromisos a nivel institucional que propongan cubrir las necesidades más básicas de la ciudadanía: salud, integridad, libertad. Digamos que ese estado de bienestar sería la consecuencia del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (los 17 ODS) que abarcan desde el fin de la pobreza y las desigualdades, paz, justicia y e instituciones sólidas a incluso el freno de la crisis medioambiental o el saneamiento del agua. Vaya, que no es tanto (o al menos, exclusivamente) una solución sólo “individual”, sino que supone tener unas circunstancias adecuadas y el compromiso de muchas entidades. 


A esto se le añade que actualmente el abordaje de los problemas de salud psicológica en muchísimos de los casos e incluso estructuralmente, no es el correcto. A día de hoy, se siguen vulnerando los derechos humanos como pacientes: contenciones mecánicas y químicas, negación de la propia autodeterminación, aislamientos forzados y un largo etcétera. 


Hablamos del estigma (que supone una problemática muy grave a nivel social en cuanto a la discriminación, pero también a nivel individual por procesos como la indefensión), porque sabemos de primera mano que nadie estamos exentos de necesitar un profesional de psicología (bien sea puntual o durante un tiempo prolongado), pero no hablamos de la violencia ejercida en pleno siglo XXI en distintos centros de psiquiatría. 


Esto pasa condicionado en gran parte por la falta de recursos y la inversión en una atención en la salud psicológica de calidad, integral y más humana. Profesionales con una organización clara, siendo parte de la solución y no formando parte del problema. Profesionales con una formación adecuada y crítica, falta de unidades de asistencia a nivel comunitario (afrontando la problemática desde la atención primaria de una forma adecuada), planes de promoción y cuidado, prevención a todos los niveles y programas que cuenten con el soporte para grupos de apoyo y ayuda mutua. Y por supuesto, con toda la importancia que merece, un Plan Estatal para la prevención e intervención en situaciones de suicidio. 


Tenemos un compromiso como profesionales de la salud, pero también como sociedad. 





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