Feminismo y Psicología


A raíz de un par de preguntas que me plantearon esta semana, he decidido canalizar ese breve análisis en uno solo. Empezaremos conceptualizando el feminismo desde la estructura más básica. ¿Qué es feminismo pues? Cito a Angela Davis para definirlo, que dice que "El feminismo es la idea radical que sostiene que las mujeres somos personas." Es un movimiento social pacífico, que busca la igualdad de derechos. Hay tantos tipos de feminismos como luchas, como el ecofeminismo, anarcofeminismo o el transfeminismo por ejemplo.

Aquí Chimamanda Adichie Ngozi nos cuenta porqué deberíamos ser feministas y porqué a día de hoy es necesario serlo. 



Pero, ¿por qué relacionarlo con la psicología? ¿Por qué tienen que ir de la mano si la psicología debe ser imparcial? No hace mucho se estableció un debate sobre esto. A pesar de la cantidad de ámbitos, se busca el bienestar. Como profesionales, debemos tener siempre en mente el contexto que afectará directa o indirectamente a las personas usuarias con las que intervengamos. Y ese contexto, entre otras muchas cosas (clasista, racista, capacitista...) es totalmente heteropatriarcal. Como profesionales, debemos tener perspectiva de género. Un ejemplo de ello es como este contexto determina nuestra autoestima. La determina un sistema que cosifica, implanta un canon y unos roles y discrimina en base a esa estructura establecida. En este artículo Marcela Lagarde explica porqué y qué se debe hacer desde el feminismo y la comunidad. 

En el ámbito clínico, durante décadas (especialmente en la era victoriana) se nos ha relegado a la histeria, cuyo tratamiento durante muchos años fue la masturbación femenina denominada el "masaje pélvico" para que la mujer llegase al orgasmo (paroxismo histérico). Uno de los criterios diagnóstico era la "tendencia a causar problemas". La histeria era la consecuencia de la represión del deseo sexual. En este artículo sobre las autolesiones en mujeres podemos encontrar más información. 

Por otro lado,  importantes trastornos mentales tienen una base sistemática (y ambiental, sí). Hay una mayor prevalencia en mujeres de trastornos como los TCA, depresión, distimia, o síndromes como el Burnout (muy muy común en profesionales sanitarios y CUIDADORAS) así como la alta prevalencia  en intentos de suicidio en mujeres y la consumación de los mismos en hombres (el rol masculino tradicional es fijo y cristalizado y no permite la expresión emocional y muestras de debilidad, lo que lleva a frustración, ira, ansiedad o culpabilidad).

En lo que se refiere específicamente a la violencia de género, las intervenciones son insuficientes y a nivel institucional apenas están coordinadas, enviando de un lado a otro a la mujer superviviente de esta violencia. Aún queda mucho trabajo por hacer.

En lo que llevamos de año, 51 mujeres han sido asesinadas por violencia machista (Fuente: Feminicidio.net). A día de hoy, la violencia de género se ha incrementado en la población adolescentes con nuevas formas de ejercerla, lo que se muestra también como un gran déficit en la prevención de este tipo de violencia. Por otro lado, y como bien explica Eparquio Delgado en este artículo, se tiende a la personalización y la psicologización, olvidando las verdaderas causas sociales del problema. 

Entonces, concluyamos ¿por qué la psicología y el feminismo deben ir de la mano? Porque la psicología, como ciencia y herramienta, debe garantizar también los derechos humanos. Debe garantizar nuestros servicios, nuestro bienestar, nuestra igualdad de oportunidades y nuestra salud. Y eso, son también prioridades para el feminismo. 





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